Libros de Bernie Gunther en orden: ¿Cómo leer la serie de Philip Kerr?

El inquietante clímax de la trilogía berlinesa negra.

Las novelas de Bernie Gunther de Philip Kerr le han valido una reputación internacional como maestro del suspense histórico. En Un Réquiem alemán , el detective privado sobrevivió al colapso del Tercer Reich para encontrarse en Viena. En medio del decadente esplendor imperial, traza círculos concéntricos de maldad y descubre un legado que, en comparación, hace que las atrocidades de la guerra parezcan blancas como la nieve.

Un clásico instantáneo de la serie de Bernie Gunther, con una narración más fresca y vívida que nunca.
Berlín, 1934: Los nazis han conseguido la celebración de los Juegos Olímpicos de 1936 en la ciudad, pero se enfrentan a la resistencia extranjera. Hitler y Avery Brundage, el jefe del Comité Olímpico de Estados Unidos, se han confabulado para suavizar el antisemitismo nazi y convencer a Estados Unidos de participar. Bernie Gunther, ahora detective interno de un exclusivo hotel de Berlín, se ve arrastrado a este mundo de corrupción internacional y peligroso doble trato, atrapado entre las facciones en guerra del aparato nazi.

La Habana, 1954: Batista, ayudado por la CIA, acaba de tomar el poder; Castro está en prisión; y la mafia estadounidense está rápidamente ganando dominio sobre las crecientes industrias del juego y la prostitución de la ciudad. Bernie, que ha sido expulsado sin contemplaciones de Buenos Aires, ha resurgido en Cuba con una nueva vida, aparentemente de rutina y relativa paz. Pero Bernie descubre que realmente no puede liberarse del peso de su pasado: pronto choca con un asesino cruel de sus días en Berlín, que es asesinado misteriosamente poco después, y con un viejo amante, que puede ser el asesino.

Si Dead Rise Not es todo lo que los fanáticos esperan de Philip Kerr: intriga retorcida, trama ajustada, frases ingeniosas, un final que cuelga de los pulgares y, lo más significativo, un Bernie Gunther más rico y sabio.

Una vez fui un buen detective en la Kripo, pero eso fue hace un tiempo, antes de que los criminales usaran elegantes uniformes grises y casi todos los encerrados fueran inocentes”. Ser policía en Berlín en 1942 era un poco como colocar trampas para ratones en una jaula llena de tigres.
La guerra se acabó. Bernie Gunther, nuestro sardónico ex detective de homicidios de Berlín y oficial de las SS reacio, ahora vive en la Riviera francesa. Estamos en 1956 y Bernie es la persona a quien acudir en el Grand-Hotel du Cap-Ferrat, el hombre al que recurres para obtener consejos sobre viajes o si necesitas un cuarto para jugar al bridge. Da la casualidad de que un escritor local necesita precisamente eso, alguien que ocupe el cuarto asiento en un partido regular que es la diversión habitual de las noches en la Villa Mauresque. No un escritor cualquiera. Quizás el escritor vivo más rico y famoso del mundo: W. Somerset Maugham. Y resulta que no es sólo un socio puente lo que necesita; es un consejo profesional. Maugham está siendo chantajeado, tal vez debido a su estilo de vida poco ortodoxo. O quizás por algo de su pasado, porque una vez Maugham trabajó para el servicio secreto británico y las personas que ahora lo chantajean son espías.

Como saben los fanáticos de Gunther, todos los caminos conducen al nido de víboras que fue el Tercer Reich de Hitler y a los campos de exterminio que se extendieron como una enfermedad por toda Europa. Incluso en 1956, la paz no ha llegado al continente: ahora los soviéticos tienen la bomba H y los espías de todas las grandes potencias se sienten libres de hacer de toda Europa su patio de recreo personal.

La Riviera francesa, 1956: La invitación a cenar no fue inesperada, aunque tampoco bienvenida. Ernst Mielke, subdirector de la Stasi de Alemania Oriental, ha aparecido en Niza y no está de vacaciones. Mielke, un viejo y peligroso adversario, reclama una deuda. Tiene la intención de que Bernie vaya a Londres y, con el frasco de talio que ahora empuja sobre la mesa, envenene a una agente con la que ambos han tenido tratos.

Pero la suerte interviene en la forma de Friedrich Korsch, un viejo camarada de la Kripo que ahora trabaja para la Stasi y probablemente está allí para asegurarse de que Bernie haga el trabajo. Bernie huye hacia la frontera alemana. Al viajar de noche y refugiarse durante el día, Bernie tiene mucho tiempo libre para recordar la última vez que Korsch y él trabajaron juntos.

Era el verano de 1939: en el refugio de Hitler en la cima de una montaña en Obersalzberg, se encontró asesinado el cuerpo de un burócrata de bajo nivel. Bernie y Korsch son seleccionados para llevar el caso. Tienen una semana para resolver el asesinato; Hitler debe regresar entonces para celebrar su quincuagésimo cumpleaños. Lucky Bernie: es su recompensa por ser el mejor detective de homicidios de la Kripo. Sabe en qué situación se encuentra: se han gastado millones para proteger Obersalzberg. Sería un desastre si Hitler descubriera que se había cometido un asesinato espantoso en la terraza de su propia casa. Pero la cima de la montaña es el hogar de una comunidad nazi de élite. Sería un desastre aún mayor para Bernie si uno de ellos fuera el asesino.

1939 y 1956: dos épocas diferentes, con diecisiete años de diferencia. Y, sin embargo, no están realmente separados, como lo demostrará el sorprendente clímax cuando los dos converjan explosivamente.

Berlín, 1928 , los últimos días de la República de Weimar, poco antes de que Hitler y los nazis llegaran al poder. Fue un período de decadencia y exceso en el que los berlineses, después de la terrible matanza de la Primera Guerra Mundial y las dificultades que siguieron, disfrutan de su propia versión de Babilonia. Bernie es un joven detective que trabaja en Vice cuando recibe una citación de Bernard Weiss, jefe de la policía criminal de Berlín. Invita a Bernie a unirse a KIA (Inspección Criminal A), el organismo supervisor de todas las investigaciones de homicidios en la Kripo. La primera tarea de Bernie es investigar los asesinatos de la estación de Silesia: cuatro prostitutas asesinadas en otras tantas semanas. A todos ellos los golpearon en la cabeza con un martillo y luego les cortaron el cuero cabelludo con un cuchillo afilado.
Bernie apenas tiene tiempo de familiarizarse con los expedientes del caso antes de que asesinen a otra prostituta. Hasta ahora nadie ha mostrado mucho interés por estas víctimas: en Berlín hay muchos que quisieran que las calles estuvieran limpias de estos degenerados. Pero esta vez el padre de la niña dirige la red criminal más importante de Berlín y está dispuesto a hacer todo lo posible para encontrar al asesino de su hija.

Luego comienza una segunda serie de asesinatos: de veteranos de guerra lisiados que mendigan en las calles de la ciudad. Parece que alguien está decidido a limpiar Berlín de todo aquel que no sea perfecto. La voz del nazismo se está convirtiendo en un rugido que amenaza con ahogar a todos los demás. Pero no el de Bernie Gunther...